El 8 de marzo de 2024 ha marcado otro capítulo en la historia del feminismo español. En medio de la lluvia y el frío, miles de mujeres, y también hombres, han salido a las calles de diversas ciudades de España para conmemorar el Día Internacional de la Mujer.
Este año, las manifestaciones reflejaron no solo la persistente lucha por la igualdad de género, sino también las tensiones y divisiones dentro del propio movimiento feminista.
Madrid: Un gobierno dividido en las calles
En la capital española, la presencia del Gobierno en la marcha de la Comisión 8M fue destacada. Siete ministras, junto con Fernando Grande-Marlaska y la esposa del presidente del Gobierno, Begoña Gómez, se unieron a la multitud.
Sin embargo, la unidad no fue completa: cada partido político llevó su propia pancarta, reflejando las diferencias políticas y estratégicas.
La ministra de Igualdad, Ana Redondo, destacó la importancia de seguir avanzando en la lucha por los derechos de las mujeres, haciendo frente a la amenaza de la extrema derecha.
Por otro lado, Yolanda Díaz, vicepresidenta segunda del Gobierno y ministra de Trabajo, proclamó que el machismo «se acabó» en España, aunque reconoció la necesidad de seguir luchando contra la precariedad laboral y por más derechos.
Solidaridad y unidad en Barcelona
En contraste, en Barcelona, la marcha fue más unificada, con una asistencia masiva de alrededor de 40,000 personas.
La Guardia Urbana cifró la participación en la manifestación en el centro de la capital catalana. Las consignas de solidaridad y unidad resonaron fuertemente, especialmente en apoyo a las mujeres de Gaza, evidenciando una conexión internacional en la lucha feminista.
Las manifestaciones en otras ciudades de España reflejaron una diversidad de demandas y enfoques dentro del movimiento feminista.
Desde Andalucía hasta Cantabria, desde Extremadura hasta el País Vasco, las mujeres y hombres salieron a las calles para reclamar igualdad de derechos y denunciar la violencia de género.
En Bilbao, la demanda por un sistema público de cuidados y la colaboración de los hombres en estas labores fue destacada.
En Navarra, se hizo hincapié en la necesidad de que tanto las instituciones como los hombres asuman su parte en los cuidados. Mientras tanto, en Galicia, las manifestaciones clamaron por mejoras en el ámbito laboral y el fin de las violencias machistas.
El debate interno exige críticas y compromisos
Sin embargo, las divisiones dentro del propio movimiento feminista también estuvieron presentes. En Madrid, el Movimiento Feminista de Madrid advirtió a la ministra de Igualdad, Ana Redondo, de que se estaba alineando con posturas que no representan adecuadamente los intereses del movimiento feminista.
Las diferencias en cuestiones como la abolición de la prostitución o la Ley Trans resaltaron la complejidad del feminismo español en la actualidad.
A pesar de estas divisiones, la ministra de Sanidad, Mónica García, de Más Madrid, enfatizó la imparabilidad del movimiento feminista y abogó por políticas que promuevan la igualdad y el respeto de los derechos de las mujeres en todos los ámbitos.
Irene Montero, exministra de Igualdad y candidata de Podemos a las elecciones europeas, llamó a seguir luchando por más derechos para las mujeres y a solidarizarse con las mujeres y niños palestinos afectados por la violencia en Palestina.