Las restricciones a los viajes impuestas en todo el mundo durante la pandemia del COVID-19 obligaron a las compañías aéreas a solicitar rescates al gobierno y a despedir personal. Otras pequeñas compañías simplemente desaparecieron.

En otros sectores de la economía se observó un comportamiento similar. Menos coches en la autopistas y menos duplicados de llaves solicitados por los clientes. Sin embargo, hubo un aspecto positivo: un enorme descenso temporal de las emisiones de carbono.

Uno de los sectores que más contribuyó a este descenso fue precisamente la aviación. Ahora, cuando las limitaciones se relajan, este sector se enfrenta a un duro reto: ¿es posible que las aerolíneas recuperen su negocio y simultáneamente reduzcan sus emisiones a largo plazo?

Presiones ambientales y políticas de las emisiones

Los ejecutivos de las aerolíneas en países con altas tasas de vacunación esperan un fuerte repunte de los viajes aéreos este año. Esto reforzado por la noticia de que la Unión Europea planea permitir la visita de turistas vacunados este verano.

Pero la aviación es uno de los sectores de la economía mundial con menor potencial de volverse “verde”. Los combustibles y la tecnología necesarios para volar han tenido menos desarrollos que otros sectores como la generación de electricidad y el transporte terrestre.

Por esto, a medida que otros sectores reduzcan sus emisiones, se espera que la aviación represente una parte cada vez mayor del total mundial. La presión pública y gubernamental para que las aerolíneas hagan más por reducir las emisiones está aumentando.

Por ejemplo, Francia prohibió algunos vuelos nacionales de corta distancia en los que existen alternativas ferroviarias, mientras que el Reino Unido se convirtió en la primera economía importante en incluir las emisiones de la aviación en su presupuesto nacional de carbono.

En respuesta a la presión de los políticos y el público, las aerolíneas se han fijado objetivos climáticos cada vez más ambiciosos. Pero muchos de estos objetivos están ligados a compensaciones de emisiones, en los que la aerolínea paga a otros sectores para que reduzcan sus emisiones o absorban carbono de la atmósfera.

¿Combustibles de aviación sostenibles?

El combustible de aviación sostenible (SAF por sus iniciales en inglés) es el camino preferido por el sector para salir del atolladero de las emisiones. Se fabrican a partir de diversas fuentes, como el aceite de cocina usado, grasas animales, aceites y residuos vegetales, así como la madera.

Los ecologistas han advertido que, sin una fuerte supervisión, la producción de estos combustibles podría fomentar la deforestación. Porque los productores podrían acabando con vegetación virgen para cultivar los materiales con los que se producen las materias primas de estos combustibles.

También se están desarrollando alternativas sintéticas al petróleo producidas con energía renovable, agua y dióxido de carbono. Las compañías petroleras se han asociado con empresas de energías renovables y de biocombustibles para crear pequeñas cadenas de suministro.

Por ahora el SAF cuesta más de tres veces más que queroseno de aviación tradicional. Y las alternativas sintéticas son aún más costosas. Actualmente su uso es anecdótico, representando menos del 0,01% del consumo total de combustible de la industria de la aviación.

Las cadenas de suministro tendrían que desarrollarse rápidamente para cumplir los objetivos. Hay mucho dinero público invertido con este fin, y algunos activistas del clima pueden sentirse incómodos de que el dinero público vaya nuevamente a los bolsillos de las compañías petroleras.

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